Por María Adelaida Montoya
La Plaza Minorista José María Villa tiene 24 años: fue fundada en 1984 y está ubicada en el sector de San Benito, de Medellín. Allí las personas pueden encontrar desde verduras, frutas, granos y carnes hasta lácteos y sus derivados, productos para los que siempre resulta un comprador. En este mundo del rebusque tanto el que vende como el que compra utiliza su imaginación e ingenio para sobrevivir.
Caminar por sus pasillos entre los puestos de alimentos, mercancías o servicios es como viajar por la historia de la cultura antioqueña. Es el resumen del paisa que le saca negocio, como dicen, incluso a un hueco. Pero, a la vez, representa la creatividad, empeño, solidaridad y pujanza con que asume la vida cada personaje que trabaja allí.
Uno de los principales problemas que se vive en este pequeño mundo es la contaminación concentrada en los
suelos y cada espacio pequeño y estrecho.
Muchos de los empleados de los locales no son capaces de reciclar sino que todos los residuos orgánicos e inorgánicos los echan a una caneca como algo normal, sin ver que en un espacio muy pequeño, por ejemplo, trabajan alrededor de 10 personas que solo ganan un salario mínimo, quienes soportan cada día malos olores y hacer el trabajo más duro: separar cada residuo.
Según Luis Guillermo Álvarez, el supervisor de aseo, cada empleado debe portar un uniforme, carné, tapabocas y guantes para el ingreso. Pero al visitar este lugar se advierte que no todos siguen la norma pues, como dice Carlos Gómez, trabajador del área de Desechos, “portar el uniforme es incomodo y produce mucho calor”.
Comenta que a este lugar entra mucha mercancía de Chile, Ecuador, Venezuela y Bolivia. De Colombia viene de sitios tan disímiles como Bucaramanga, Pasto o los más alejados pueblos antioqueños. Estos productos son los que surten a supermercados y graneros.
Foto de www.fotoeditores.com
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